Partimos de una premisa clara, nos encontramos en una sociedad, que además de globalizada, se encuentra en continuo cambio y evolución. Por este mismo motivo resulta fundamental que la Escuela, como Institución a su servicio, sea capaz de dar respuesta a sus demandas.
En este proceso de continua renovación se incluyen aspectos de múltiples áreas de estudio; normalización del uso de las TIC, experimentación de nuevas metodologías, cambios en la percepción de la figura del alumnado, derribo de prejuicios y estereoripos anclados en el inconsciente colectivo, etc.
Es en este momento cuando acudimos al lenguaje popular y recogemos el siguiente enunciado: el hombre como animal de costumbres. Y es que debemos plantearnos. ¿Es fácil romper con un conjunto de nociones claramente arraigadas en la práctica diaria? No. Pero demos un paso más allá e intentemos averiguar a qué puede deberse.
El desconocimiento sobre aquello que debemos desarrollar (incorporación en el aula de problemáticas sociales, trabajo en valores...), la falta de práctica de cara a afrontar retos que impliquen el desarrollo de respuestas innovadoras, la visión de unas Instituciones que desarrollan planes alejados de la práctica cotidiana (teniendo su aplicación un carácter totalmente irreal a no ser que se trabaje en un plano utópico), la falta de un diálogo bidirecional entre la Administración y el Centro (valorando aquí la labor ejercida por el equipo directivo y los correspondientes órganos de gobierno) podrían ser algunos de ellos, sin embargo, tratando de sintetizar, pondremos el peso del trabajo sobre dos ejes.
En primer lugar, la importancia de la formación permanente, y en segundo, la necesidad de desarrollar un trabajo colaborativo. Es en éste en el que deseamos hacer especial hincapié. Sobre todo desde el momento en el que no reclamamos su desarrollo en el Centro (si bien es cierto que no sólo no lo negamos sino que reconocemos su necesidad, encontrando así profesores que a pesar de su predisposición innovadora, se ven anulados por la presión del resto de la plantilla docente) sino (también) en el conjunto de la Comunidad Educativa.
De esta manera, vemos necesario desarrollar nuevos vínculos y filosofías de trabajo. Es necesario abandonar una serie de estamentos establecidos a la par que los juicios bidireccionales perpetrados en ambos bandos, de cara a favorecer un trabajo cooperativo, sustituyendo el conflicto por el debate y el confrontamiento por el consenso y la correspondencia mutua.
Grupo: Lucía, Alberto y José Antonio.
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