lunes, 30 de mayo de 2011

De TIC a TAC: El Difícil Tránsito De Una Vocal

A la hora de realizar esta reflexión nos hemos decantado por apartar momentáneamente la filosofía del cambio educativo (si bien es cierto que somos plenamente conscientes de que la incorporación de las TIC en el aula puede causar todo tipo de debate y resistencias).
El motivo de esta decisión es claro, deseamos mostrar nuestra opinión sobre el trato que se ha de hacer de éstas en la práctica educativa.
Acostumbramos a leer con asiduidad que el uso de las NNTT en el contexto escolar garantiza la mejoría del mismo, convirtiendo al niño en el centro del proceso de enseñanza-aprendizaje y derribando las barreras espacio-temporales presentes. Sin embargo, nos preguntamos… ¿Es esto posible? ¿Su mera incorporación es capaz de lograr estos hitos?
Personalmente consideramos un grave error afirmar que por el hecho de introducir unos medios de carácter tecnológico vayamos a conseguir tal salto cualitativo. Y es que desde nuestro punto de vista compartimos la teoría de que los medios por sí mismos no consiguen llevar a cabo transformaciones, sino que esa tarea debe recaer sobre las manos de los docentes.
Encontramos además un serio peligro. Se critica cómo éstos han delegado, de manera progresiva, su labor en pro del trabajo del libro de texto, siendo éste guía y referente en el día a día. Introducir de manera autómata estas herramientas en el aula podría convertirse en una nueva manera de liberarse de su responsabilidad, una responsabilidad que no debería ser una opción sino una constante.
Esto no significa que hayan de dejarse de lado, al contario. Creemos que su tratamiento debe incluirse en el currículum educativo, y que por ello mismo los docentes han de adaptarse a su trabajo. Sin embargo deberán dar un paso más allá; deberán planificar su utilización, darle un sentido, una función, una utilidad, y no presentarlas como un entretenimiento, sino como una opción de trabajo con sentido pleno que favorezca la realización personal del niño.
Grupo: Lucía, Alberto y José Antonio

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